• Mikel Bermello Isusi started the topic De leer y conversar in the forum Libros de caballerías 7 years, 5 months ago

    Mi relación con la lectura ha variado con los años, tanto en forma de acercarme a ella como a la hora de hablar de ella. Lo importante para mí, de todos modos, ha sido siempre hablar. Creo que mi anterior entrada aquí, La escritura como relectura, muestra de un modo bastante aproximado cómo estoy experimentando la lectura ahora, en el presente. Y si bien es cierto que ya tengo una personalidad lectora ya más o menos desarrollada, por una parte, no siempre ha estado tan estable o asentada; por otra, sigo desarrollándola a través de más conversaciones (académicas o no), más lecturas (en ámbito académico o no). Hay más consciencia. Ahora hablo con cualquier persona que lea, la conozca o no, pero parte de mi desarrollo juvenil empezó a verse una vez empecé a hablar más con libreros y bibliotecarios, ya que no podía hablar en casa de mis intereses (especialmente literatura fantástica) porque estaba mal escrita o no eran los clásicos o no aportaban más que puro entretenimiento. Esta entrada va más por esa gente, por los libros, que hablan apasionadamente sin necesidad de imponer una visión o “asentar cátedra”. Y quiero hablar especialmente de tres locales (más uno extra, brevemente) en particular: una librería (con mención a otra) especializada en cómic, una librería general (pero variada) y un bibliocafé que, desafortunadamente, ya ha cerrado.

    Mi pasión por los cómics empezó en 2009, en mi segundo semestre de la Universidad. Mi hermano me había pedido que le comprara uno en particular en la tienda especializada Komic, en Santiago de Compostela. Era Watchmen, de Alan Moore y Dave Gibbons, y a partir de esa compra que yo también leí (encantado), y la simpatía de los libreros, empecé a leer y a leer, a agarrar cómics de librerías y bibliotecas. Había lecturas ligeras y profundas, con autores y autoras peninsulares (Miguelanxo Prado, David Rubín, Emma Ríos, etc.) y también autores y autoras extranjeras (Alan Moore, Melinda Gebbie, Posy Simmonds, Chris Ware). Pero sobre todo había conversaciones en las que quizá empezábamos hablando de ciencia ficción y acabábamos de deporte o televisión, o empezábamos del cómic como relato periodístico de no ficción (Guy Delisle) y acabábamos hablando de la última participación en el parlamento gallego de algún político, o del desastre de Prestige en Galicia en 2002. Se acaba hablando, al final hay lazos diferentes que después ayudan a hacer mejores recomendaciones lectoras o que modifican las lecturas. La experimentación de la lectura, para mí, no ha sido la misma desde esas conversaciones, porque a partir de ahí hubo un cambio brusco en mi forma de leer y de hablar de las lecturas, porque las conversaciones en clase eran, para mi gusto entonces, demasiado académicas. Entre otras charlas, recuerdo con especial cariño en la que hablamos de la relectura que hace Neil Gaiman[1] en un número de la saga Sandman de las obras de William Shakespeare The Tempest, o de A Midnight Summer’s Dream. Esto, como ya he dicho, se dio en Santiago de Compostela, la ciudad que tan bien me acogió durante tantos años y que dio pie a que, cuando abrió una tienda especializada en 2013 en Ourense, ciudad donde viví la mayoría de mi vida, no dudara ni un segundo en ir a ver y hablar. Ahora que no vivo cerca y es mucho más fácil que viaje a Ourense que a Santiago, es uno de mis puntos de visita (casi turísticos, aunque no del todo, porque suelo comprar algo) que no considero obligatorios, pero que me sirve para hacer cierta (re)conexión diferente.

    Pero estos dos no son los únicos lugares. En Ourense hay otra librería más general que también me dan conversación interesante cuando paso por allí. Quizá también se deba a que estuve dando clase de inglés en el colegio que está justo al lado de esta. No es, quizá, una conversación tan amplia, tan variada, como la que se da en Komic, pero me ayudan a mantenerme al día con lecturas tanto infantiles o juveniles de textos en prosa como otros tipos de ensayos o novelas que, mejores o peores, dan conversación en, al menos, Galicia. Es una manera distinta de (re)conexión.

    Por último, quiero hablar de un bibliocafé situado en la ciudad de Vigo, también en Galicia, que ha cerrado en el último año. Fui en muy pocas ocasiones, pero, en dos de ellas especialmente (porque pudimos hablar con el dueño), este lugar me dio ganas de olvidar mi poco cariño hacia la estética de la ciudad. Esto es porque durante esas dos visitas surgieron conversaciones de todo tipo en los que saltábamos de lectura en lectura, donde se desprendía una pasión muy particular. Quizá también por el dueño del local en sí, que solía ayudar a menudo en el bar: un señor jubilado desde hacía veinte años que solía dar clase de lengua y literatura en español en un instituto de la ciudad y que desprendía un amor por la lectura que no era inusual, pero que transmitía tremendamente. En una de esas dos ocasiones hubo una bebida refrescante en una media mañana de verano: una mezcla fresca de zumos. La otra, al año siguiente, una bebida refrescante de una media tarde de verano: una cerveza. Pero también había cafés, pinchos, algunas tapas: es, al mismo tiempo, el típico bar, pero que rompe con lo que se suele ver en el centro de la ciudad, porque había libros que podías intercambiar o dejar, había un grupo de lectura, gente que leía de todo, etc. Se crean nuevos vínculos, nuevos círculos, y mi experimentación incluso de la ciudad fue diferente a partir de entonces. Ahora ha cerrado, pero la idea de un sitio así permanece, y la idea de intercambio de libros, de textos y de ideas en distintos niveles seguirá. Porque el hombre, cuyo nombre soy ahora incapaz de recordar, también hablaba de las conversaciones con sus antiguos alumnos, todos adolescentes, y me daba ganas de dar clases de literatura a adolescentes, proporcionar nuevos mecanismos de lucha y refugios (temporales), nuevas formas de pensar y de conversar. Porque una de las tantas formas en las que puede ayudar la lectura es a través de la conversación, ya sea con gente conocida o extraña, o simplemente con una misma. Y la voracidad de nuestras lecturas y la vorágine que producen estas pueden ser motivos más que suficientes que nos llevan, por ejemplo, hacia un título universitario enfocado en la literatura y-o cultura, o a escribir un relato, novela, o pintar. Ayuda a crear conversaciones y, para algunos de nosotros, incluso se vuelve una herramienta de dependencia, tanto de conexión como de desconexión del mundo.

    Esto me hace pensar en el acercamiento hacia las librerías y bibliotecas en el futuro. Aunque comprensibles algunos de los beneficios que aporta Amazon también a la hora de comprar libros (eficiencia, disponibilidad, incluso precio), la cultura libresca, de conversación, no es la misma. No tiene que perderse, necesariamente, pero la variedad imaginativa que estas conversaciones  pueden aportar  se ve en cierto modo reducida. Sin tener que ser así, si se pierde esta “cultura” o tradición, puede un adolescente (tardío o temprano) solitario como lo era yo perderse todo un mundo nuevo. Y no porque la lectura sea un mecanismo superior, sino uno más que puede ayudar.  La variedad de lecturas y disfrutes de artes (y conversaciones) que puede aportar una buena (primera) recomendación de una persona en una librería me parece mayor a la frase, por ejemplo, “los clientes que vieron este producto también vieron”, seguido de una lista reducida y completamente apersonal que ofrece Amazon.

    Leer es conversar es leer es conversar

    [1] Ya que lo menciono, acabo de recordar un discurso que dio para la Reading Agency en octubre de 2013 en el que habla de “Por qué nuestro futuro depende de las bibliotecas, de la lectura y de soñar despiertos.” La transcripción (en español), aquí: http://fundacionasimov.org/por-que-nuestro-futuro-depende-de-las-bibliotecas-de-la-lectura-y-de-sonar-despiertos-neil-gaiman/