• Tras la invención de la imprenta en el siglo XV, los editores de la península tienen muy presente la situación de cambio que se está viviendo, y hacen una transición paulatina de los libros manuscritos a los libros impresos. Los manuscritos habían tenido una serie de características comunes y éstas se trasladan a los primeros libros impresos: los incunables. Por otro lado, los editores tienen en cuenta que hay mucho analfabetismo a la hora de publicar estos libros, y por eso a menudo añaden imágenes a los libros que publican. En esta entrada se analizará el aporte visual en la primera edición del Oliveros de Castilla para demostrar que el editor tuvo muy presente el contexto histórico y social de su tiempo al publicarlo.
    Para empezar, el Oliveros de Castilla es un incunable, por lo que tiene muchas particularidades de los manuscritos: al principio hay una tabla de contenido en la que se menciona el título de cada capítulo, y esta está introducida por un íncipit “Aquí comiença la tabla deste libro”. También se utilizan caracteres góticos, que eran muy populares en la época, y el texto de cada capítulo comienza con una letra capital. Curiosamente, en estos incunables se siguieron utilizando las abreviaturas que habían usado los copistas para ahorrar tiempo al transcribir los textos, y esto también se ve reflejado en el prólogo del Oliveros de Castilla: “fue allí ordenado q las razones en que se concluye los dichos … porq fuesen los por venir fabidores de aquellos y les fuesen las tales obras exemplo para bien viuir”. Además, aparecen signaturas tipográficas que, a falta de paginación, servían para guiar la encuadernación del libro. Por último, al final de la obra aparece un colofón en el que hay una frase de acción de gracias a Dios y a la Virgen María, y aparece tanto el lugar de elaboración de la edición (Burgos) como la fecha de publicación (25 de mayo de 1499).

    A pesar de que esta edición tiene muchas características de los incunables, hay muchas otras que no aparecen en este texto y esto se da porque fue publicado en 1499 por lo que es un incunable tardío. Esto puede ser una indicación de que los gustos de los lectores estaban cambiando y los libros que se publicaban ya no tenían que asemejarse tanto a los manuscritos de décadas anteriores. Los editores, viendo, o quizá anticipando, esta modificación gradual, van cambiando estos detalles, lo que denota un intento por su parte de suscitar el interés del público lector.

    Por otra parte, es importante señalar que en ese periodo, gran parte de la población era iletrada y dependía de otras personas para que le escribieran o leyeran cartas y otros textos, además de que muchos de los libros eran muy valiosos por lo que sólo las personas o instituciones más pudientes, como los nobles o la iglesia, podían permitirse comprarlos. Por esta razón, la literatura oral era una parte imprescindible de la cultura de la época y muchos de estos libros se transmitían de forma oral en vez de escrita, llegando así a un público mucho más grande.

    Dentro de este contexto, la gran cantidad de imágenes que aparecen en el Oliveros de Castilla adquieren una significación mayor. Estos grabados suelen aparecer justo después del título, aunque a veces están situados en la mitad de los episodios en el momento en que está pasando la acción representada en la imagen, por lo que a menudo las imágenes dominan sobre el texto escrito. Como gran parte del público de estos libros eran oidores en vez de lectores, estos grabados les ayudaban a formar una imagen mental de lo que estaba pasando y les facilitaba la comprensión al hacer que siguieran mejor la historia. Un buen ejemplo está en el capítulo veinticuatro, en el que se cuenta la historia “de las grandes fazañas de Oliveros en las justas y de la avantaja que leuo a todos los caualleros” y en la imagen están representados dos caballeros combatiendo en las justas.

    Mediante esta imagen, las personas podían intuir que en ese capítulo Oliveros participa en las justas. De esta forma, estos grabados pueden verse como un intento por parte del editor de expandir su mercado, de hacer que llegara a un público que, de no ser por las imágenes, no podría leer el texto.

    Teniendo todo esto en cuenta, resulta evidente que el editor del Oliveros tenía muy presente los gustos de su público, así como un vasto conocimiento de la cultura libresca de la época y del mercado en el que trabajaba, y que utilizaba este conocimiento para aumentar el público lector y oidor del texto, así como para dar un mayor entretenimiento y hacer del libro una lectura más amena.

    Obras citadas
    Anon. Historia de los nobles caualleros Oliveros de Castilla y Artús Dalgarbe. Burgos, 1499. Facsim. ed. New York: Da Vinne Press, 1902. 17 April 2017. Boston Public Library <http:www.archive.org>.